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Dónde acaba el “bajón” emocional y comienza la depresión

Todos, en algún momento de nuestras vidas, hemos podido o podemos experimentar síntomas depresivos, lo que solemos denominar “estar depre”, fruto de múltiples situaciones adversas, habitualmente pasajeras. Una de ellas, la pandemia que todavía estamos viviendo. Apatía, desesperanza, alteraciones del sueño o el apetito, fatiga, pérdida de energía y dificultades de concentración son algunos de esos síntomas que producen malestar emocional, y que han aumentado entre la población desde el inicio de la COVID-19.

Sin embargo, esta sintomatología no tiene por qué derivar en depresión. En este artículo te ayudamos a diferenciar entre lo que es la depresión y el sufrimiento emocional considerado normal, ese “bajón” que, por el hecho de vivir, todos vamos a padecer en alguna ocasión.

Atención a la duración e intensidad de los síntomas

Los expertos en salud mental coinciden al afirmar que el hecho de que tanta gente esté manifestando malestar emocional es un caldo de cultivo para que puedan aumentar trastornos como la depresión. Por eso es importante estar atentos ante posibles síntomas y vigilar su evolución.

Así, la incertidumbre genera estrés y ansiedad, y puede ser difícil de sobrellevar en el día a día. Por tanto, hay que prestar atención a estas reacciones normales, ya que, mantenidas o agravadas en el tiempo y de mucha intensidad, pueden provocar un cuadro depresivo que impidan el funcionamiento habitual.

Por otro lado, las reacciones emocionales negativas ante situaciones vitales adversas como son los duelos, fracasos amorosos o la pérdida del empleo, entre otras, pueden ocasionar tristeza, preocupación, rabia o frustración, pero todos esos sentimientos son normales; incluso, hasta convenientes, ya que facilitan la adaptación al cambio.

La tristeza, por su parte, entendida como un sentimiento habitual y pasajero, no debe confundirse con la depresión. Se trata de dos cosas distintas.

¿Cuándo hablamos de depresión?

Sin embargo, en la depresión, estas emociones negativas se vuelven omnipresentes, tienen una intensidad elevada e impiden llevar a cabo la vida diaria (familiar, social, laboral, escolar, deportiva…). Quien padece depresión, no se pone triste, está triste, pero se trata de una tristeza cualitativa y cuantitativamente diferente, que le limita e incapacita en su funcionamiento. Es desproporcionada. Aunque también hay casos donde este síntoma no se manifiesta y predominan otros como la apatía y la desgana. Sí, has leído bien, también hay depresiones sin tristeza.

En cualquier caso, la depresión es una enfermedad compleja con una amplia variedad de síntomas, entre ellos, afectivos (tristeza, ansiedad, irritabilidad, bajo estado de ánimo, desesperanza…), cognitivos (dificultades de atención y concentración, de memoria, de toma de decisiones y planificación, etc.) y físicos (fatiga, cambios en el apetito y peso, alteraciones del sueño, dolor de cabeza, problemas estomacales…). Estos síntomas están presentes durante prácticamente todo el día e impactan significativamente en la vida cotidiana.

Quien vive con depresión se siente atrapado en la desesperanza y con una escasa consideración de sí mismo, experimentando intensos sentimientos de culpa e inutilidad. Cualquier tarea o responsabilidad parece inmensa y excesiva. El mundo, por tanto, se vuelve amenazante, hostil, intratable, evitable a ser posible. Excede, con mucho, el malestar emocional que todos conocemos.

Claves para el diagnóstico de la depresión 

Ante la sospecha de un caso de depresión, los profesionales sanitarios valoran la presencia, durante al menos dos semanas y durante la mayor parte del día, de cinco o más de los siguientes síntomas:

  1. Estado de ánimo depresivo la mayor parte del día
  2. Marcada disminución del interés o placer en casi todas las actividades
  3. Pérdida o ganancia de peso y/o apetito
  4. Insomnio o exceso de sueño casi todos los días
  5. Agitación o enlentecimiento psicomotriz
  6. Fatiga o pérdida de energía
  7. Sentimientos de inutilidad o culpa
  8. Disminución de la capacidad para pensar, concentrarse o indecisión
  9. Pensamientos recurrentes de muerte, ideación suicida o tentativa de suicidio

Para hablar de depresión, esta sintomatología debe provocar malestar y sufrimiento, y afectar negativamente al desarrollo de las actividades habituales.

Es importante conocer también los síntomas incipientes para poder realizar una detección precoz, es decir, ¿cómo podemos detectar rápidamente que una persona está iniciando una depresión?

  • Cuando aparece un cambio de ánimo marcado, con tendencia al llanto y un malestar no justificado por las circunstancias
  • Cuando surge una pérdida de interés por ciertas actividades que antes generaban ilusión y disfrute
  • Ante alteraciones del sueño, tanto dificultad para dormir como sueño excesivo
  • Y, por último, un alto nivel de ansiedad ante todo tipo de acontecimientos.

Ante estos síntomas, es preciso acudir al médico para una valoración profesional que confirme o descarte la sospecha de depresión.

Las emociones forman parte de nuestras vidas. Las positivas y las negativas. Vigilar cómo reaccionamos antes los acontecimientos vitales es importante para cuidar nuestra salud mental. Si los sentimientos negativos persisten en el tiempo, se agravan o intensifican, imposibilitando llevar a cabo la vida diaria, es momento de buscar ayuda profesional.

 

Fuente consultada:

  • Las 10 preguntas clave sobre la depresión. Información para pacientes y familiares. Dr. Guillermo Lahera Forteza, Profesor de Psiquiatría y Psicología Médica en la Universidad de Alcalá de Henares e Investigador en el CIBERSAM.

 

Referencias

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