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Seguramente hayas oído hablar de mindfulness y es posible que te estés preguntando cómo puede ayudarte si tienes depresión. Te lo contamos en este artículo.

 

Una nueva forma de relacionarte con pensamientos y emociones

“Mindfulness es una psicoterapia como tal, que puede emplearse tanto para el tratamiento de enfermedades, como para la prevención del malestar psicológico, y enseña a relacionarse de una forma diferente con pensamientos y emociones”, explica el Dr. Javier García Campayo, Psiquiatra del Hospital Universitario Miguel Servet y Director del Master de Mindfulness de la Universidad de Zaragoza.

Esta técnica está considerada una de las más efectivas en la prevención y tratamiento del estrés, en general, y de la ansiedad y la depresión. “Existen metaanálisis -la máxima evidencia científica- sobre su eficacia en estos tres trastornos”, asegura el Dr. García Campayo.

De difícil traducción, mindfulness va más allá de términos como “atención plena”, “observación clara” o “consciencia plena”. Sin embargo, debes tener claro que no significa meditación.

 

Mindfulness, aliado en depresión

Mindfulness es eficaz para el tratamiento de enfermedades psiquiátricas como la depresión. Cuando se emplea como psicoterapia, debe ser administrado exclusivamente por un profesional. En este contexto, explica el psiquiatra García Campayo, “la práctica va dirigida a personas con un diagnóstico de la enfermedad. En estos casos, suele utilizarse siguiendo protocolos terapéuticos y la administran profesionales sanitarios con experiencia en esta patología”.

¿Te estás planteando probarlo? Si es así, debes saber que el entrenamiento en mindfulness mejora significativamente los síntomas de la depresión[1] y reduce el número de episodios depresivos[2].

Si además presentas síntomas residuales de la depresión antes de la intervención, tales como dificultades de atención, concentración, planificación y memoria, te beneficiarás en mayor medida del entrenamiento en mindfulness, según indican algunos estudios[3].

Por otro lado, esta técnica se ha mostrado eficaz en la prevención de recaídas, con resultados positivos duraderos en recaídas, recurrencias, síntomas residuales de la depresión y calidad de vida[4].

Tanto es así, que la terapia cognitiva basada en mindfulness se incluye como tratamiento de elección para la prevención de recaídas en depresión en pacientes en remisión con historia de tres o más episodios depresivos en las guías del Instituto Nacional de la Salud y la Excelencia Clínica del Reino Unido (NICE), y en las de Australia y Nueva Zelanda.

Esta terapia favorece la regulación de la atención focalizada. Este proceso de transformación en la percepción y en la actitud facilita la activación de pensamientos y emociones positivas que en gran medida estimulan la autorregulación emocional en la depresión[5].

 

Aspectos clave en mindfulness: atención, presente, aceptación e intención

Hay cuatro elementos que caracterizan al mindfulness: la capacidad de estar atento, en el presente, con aceptación e intención.

  1. Capacidad de estar atento. Exige una atención relajada y estar perfectamente centrado en lo que se está viviendo.
  2. En el presente. En mindfulness, la persona está exclusivamente centrada en el fenómeno presente, ni en el pasado ni en el futuro. Por eso, es casi inevitable que sea muy consciente de su cuerpo, incluida la respiración. El desarrollo de la consciencia corporal es un fenómeno clave en el desarrollo de mindfulness.
  3. Aceptación. Mindfulness facilita no juzgar, criticar o estar a disgusto con la experiencia presente, sino aceptarla de una forma radical, sin esperar que sea diferente a como es. Aquí aceptación es diferente a resignación o pasividad. Cualquier elemento de no aceptación que exista en la experiencia hará perder el estado de mindfulness.
  4. Intencional. Entrar en estado de mindfulness constituye un ejercicio de voluntad, intencional, al menos al principio de la práctica. Con el tiempo, el proceso se vuelve natural y se puede estar en ese estado la mayor parte del tiempo.

 

Mindfulness en la vida diaria

Por otro lado, también se puede realizar mindfulness en un contexto psicoeducativo. En este caso, “la práctica va dirigida a la población general, para mejorar su salud general y su bienestar psicológico, por ejemplo, con el fin de disminuir rumiaciones, afrontar mejor las situaciones adversas o regular mejor las emociones. También pueden emplearse protocolos estructurados, aunque no es imprescindible, y pueden administrarla personas formadas en la terapia, pero no es necesario que sean profesionales sanitarios”, detalla el Director del Master de Mindfulness de la Universidad de Zaragoza.

La clave está en nuestro diálogo interno, la charla que mantenemos continuamente con nosotros mismos, que es el origen del estrés. La mayoría de nuestros pensamientos no son voluntarios, son patrones aprendidos que aparecen automáticamente. Se calcula que solo son voluntarios el 20%. Por eso se dice que la vida es “una interpretación”. Ante un mismo hecho objetivo, cada uno de nosotros puede hacer muy diferentes interpretaciones y cada una tendrá distinto impacto psicológico. Sirva como ejemplo aislamiento producido por la pandemia, cómo lo han vivido unas personas y otras.

Según explica el Dr. García  Campayo, “la práctica de mindfulness, durante 5-10 minutos al día, puede ser suficiente para prevenir el estrés y las enfermedades asociadas, y para aumentar el bienestar psicológico de las personas, incluso cuando son sometidas a situaciones adversas como la pandemia por COVID-19”.

Si quieres iniciarte en la práctica de mindfulness, puedes comenzar por aquí.

 

 

Fuentes consultadas:

– Mindfulness. Nuevo Manual Práctico. Javier García Campayo.

Dossier sobre la evidencia de mindfulness

El rol de mindfulness en la regulación emocional de la depresión

 

[1] D’Silva, Poscablo, Habousha, Kogan, y Kligler, 2012.

[2] Strauss, Cavanagh, Oliver, y Pettman, 2014.

[3] Kuyken et al., 2016.

[4] Kuyken et al., 2015.

[5] Garland et al., 2015.

Referencias

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